viernes, diciembre 01, 2006

ROMANCE DE LOS VICTIMARIOS

VICTIMARIO

¿Dicen que sólo eran mil
los seguidores adeptos
que acudieron a Madrid
para echar a Zapatero
la culpa del terrorismo?
Blanco afirma que eran menos
pero andaban espaciados
y con mucho trapo el viento,
llenando calles y plazas
como si fueran el metro.
Boinas no llevaban boinas
para tapar el cerebro,
para hacerles a los vascos
otro ofensivo desprecio.
No lloraban los sus ojos
por los nombres de los muertos,
pues echaban chiribitas,
lumbres de malos agüeros
para la roja memoria
tan cubierta de bujeros;
rayos que prendían fuego
a las palabras de Blanco,
a las palabras de negro
que prometen el perdón
mientras niegan el consuelo
de bailar sobre la tumba
de algún terrorista hambriento:
Terrorista o terroristo,
por no hacer otro desprecio
a las normas socialistas
de a nadie ocultar el género,
que es la cosa que les cuelga,
o la cosa que no vemos,
al extremo del horcajo
de las patas con el cuerpo.
Terrorista Juana o Juano,
¿cómo vamos a saberlo?
que el tío está que se muere
por carencia de alimento
y con las torvas narices
olfatea el cementerio
que le reclama a la tumba,
que le invita a los infiernos
donde le aguarda sonriente
su amigo Pedro Botero
para morderle en el alma
y masticarle los huesos.
Los terroristas son mansos,
los terroristas son buenos,
ciudadanos de postín
para partidos ateos:
que venga Blanco y lo diga,
y que venga Blanco a verlo:
si no hubiera terroristas
¿quién hablaría al gobierno,
quién le tendría cogido
por el forro de los huevos
y le haría declarar,
con mucho declaramiento,
que no cumplan nuestros jueces,
que no cumplan guardias nuestros
unas leyes gilipollas
que ellos mismos propusieron
para chuparnos la sangre,
para sorbernos el seso
y para facilitarnos
buen acceso al cementerio,
con banderas españolas
el entierro presidiendo,
por acompañar las almas,
por acompañar los cuerpos,
a la paz tan bien pactada
por ZP, Zapatero,
mientras la iglesia echa tierra
sobre los muertos perplejos.

Rector Espléndido